martes, 15 de febrero de 2011

Capítulo 13.

Hola cositas bonitas :3 aquí me tenéis subiendo... :D espero que os guste este cap!

xoxo <3

Capítulo 13. (Maggie)
2004

Entramos en casa, y dejé que Alex dejara su abrigo y su mochila en mi habitación, la cual pareció encantarle.

-Es muy… personal. Me gusta –sonrió, yendo a la estantería de los CDs-. Vaya, tienes un CD de Maroon 5. Creía que eras más rockera.
-Sí, bueno, es de Jamie –le conté-. Cuando hicimos el trabajo lo trajo para que nos concentráramos. Decía que Blink y Yellowcard no son tranquilos –puse los ojos en blanco.
-Ya, bueno, lleva razón, pero tienen sus canciones –se fue hacia mi corcho, donde había fotos, entradas de conciertos (uno de Blink-182 y otro de Bon Jovi al que había ido con mi padre) y las púas de mi guitarra (sí, las ponía en los bordes del corcho)-. Me gusta esta foto, salís muy monas.

Era una foto en la que salíamos Jamie y yo en mi sexto cumpleaños, el año que nos conocimos. Salíamos en la puerta de mi casa, con nuestros vestidos (los dos azules pero de distinta forma) y nuestros zapatos limpios y unas sonrisas que sólo podían tener unas niñas de esa edad.

-Llevas razón, salimos monísimas –bromeé, recibiendo un leve codazo de parte de Alex-. Anda, vamos a hacer la comida –sonreí.

Bajamos las escaleras rápidamente y nos internamos en la cocina, donde había una nota de mi madre, diciendo que había comprado masa de pizza para nosotros y que vendría sobre las tres y media.

-¡Bien! ¡Pizza! –exclamó Alex, como si de un niño pequeño se tratase.
-Venga, vamos –reí.

Saqué la masa de pizza de la alacena. Era bastante grande, y se me escapaba de las manos.

-Trae, que te ayudo –sonrió, cogiéndola-. Mira, soy un pizzero –tiró la pizza hacia arriba y la cogió con los puños, para comenzar a darle vueltas.
-Anda que… vaya pizzero. Así conseguirás muchos clientes, ¿eh? –reí.
-Claro que sí. ¿Lo dudabas? Encima, soy guapo.
-Eso es lo que te dicen, te tienen mimado –volví a reírme.

Me pasó la pizza tirándomela, y la cogí como pude. Al menos, no se cayó.

-Anda, toma esto, voy a por unos delantales y a por tomate…
-¡Que no se te olvide el queso y el jamón york!
-No lo haré –reí.

Fui al frigorífico a por el queso rallado, el tomate y el jamón york en taquitos, y cogí dos delantales de detrás de la puerta de la despensa.

-Aquí tienes –dije, dándole uno que ponía “My best friend is my kitchen”, además, era rosa con corazones blancos.
-Qué bonito y favorecedor –rió, colocándoselo-. Venga, manos a la obra.

Cogimos una cuchara y comenzamos echando el tomate, pero a la hora de repartirlo, Alex se manchó y, cómo no, a falta de servilletas, bien está la nariz de Maggie.

-Mira, ahora eres un payaso –me señaló entre risas.

Cogí un poco de tomate de la cuchara con el dedo y le manché su nariz.

-Ah, y tú, Rudolf.

Reímos y continuamos, aunque con el queso rallado hubo una masacre total. La cocina acabó con queso hasta en el fregadero, y nosotros nos caímos con nuestras peleas. Caí sobre él. Nunca le había visto tan sumamente cerca. Estábamos a escasos milímetros. Él sonrió. Dios, ¿me iba a besar? Venga, Magg, no te hagas ilusiones… Pero me besó y me lamió. Sí. La nariz.

-El tomate sabe más rico de tu nariz –rió-. Anda, levanta, que no eres un peso pluma.

Me aparté, algo desilusionada. Pero bueno, era la primera semana que nos veíamos, no me podía esperar ya un primer beso, ¿no?
Cuando la pizza estuvo hecha y comida (por mi parte, porque Alex más bien la devoró), recogimos el estropicio y nos adecentamos. Después, subimos a mi habitación, y fui a la sala de música para coger dos guitarras acústicas (la mía, y la de mi padre). Cuando se la dejé, se quedó alucinado.

-¡Dios! Menudas guitarritas tenéis –sonrió-. Venga, vamos a empezar. ¿Sabes algo de guitarra?
-Mmm… muy poco –reí.

Y la clase comenzó. Alex se sentó en una silla frente a mí, me estuvo explicando las partes de la guitarra y qué eran los trastes y los acordes. También me enseñó a sentarme o con las piernas cruzadas o con una pierna más alta que la otra. Aunque yo ya sabía todas esas cosas que había aprendido de mi padre, me gustaba verle emocionado explicándomelas, como si al fin pudiera compartir su amor por la guitarra con alguien fuera del grupo.

-No creo que en la primera clase sea adecuado empezar con acordes –sonrió-. Las dos primeras clases vamos a practicar con tablaturas, para que seas capaz de leer todo bien. Mira, he traído aquí una. “Time to Break Up”, de tus queridos Blink-182.
-¡Genial! –exclamé.

Le besé la mejilla y acepté los folios que me ofrecía con una sonrisa.

-Como ves, parece una partitura, pero tiene seis líneas. Cada línea corresponde a una cuerda, la primera es la cuerda uno, y así sucesivamente. Los numeritos que hay en las líneas son los trastes, es decir, tendrás que poner cada dedo en un traste –él los puso tal y como venían en la tablatura-. ¿Ves, así? –le imité-. Ahora, rasguea.

Cogí la púa y le obedecí. No se parecía mucho al sonido que había hecho él, la verdad.

-Mira, tienes que apretar más los dedos –dijo él, cogiendo mi mano y apretándola contra el mástil, y luego movió un poco los dedos-, y los tienes que acercar más a la barrita metálica del traste, sin tocarla. Ahora rasguea –le obedecí. Sonaba mucho mejor-, ¿ves? Vas mejorando.

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