lunes, 30 de mayo de 2011

Capítulo 27.

Siento la tardanza... ¡Pero aquí tenéis!


Capítulo 27. (Maggie)
2004

Al final del ensayo, Rian, Jack y Zack se acercaron a nosotras, aprovechando que Alex había subido al baño.

-Chicas, el veintidós, haremos una fiesta para Alex –nos dijo Jack-. Su cumpleaños fue el catorce y…
-¡¡NO ME JODAS!! –grité. Dios, ¿eran imbéciles? ¿Cómo no nos lo habían dicho?-. ¿Por qué no me lo dijisteis? Enserio, pfffff.
-Porque ninguno le felicitamos –contestó Rian-. No te enfades, Magg. Le vamos a organizar una fiesta que le dejará alucinado –sonrió.
-Eso venga, Magg, sonríe, eso significa compras para buscar un vestido –me dijo Jamie.

Cuando terminó, Alex y Jack nos acercaron a casa y, tras despedirnos, entré a mi habitación. Me cambié con rapidez y caí rendida en la cama. Al día siguiente teníamos clase y apenas había descansado el fin de semana. También iría de compras con Jamie, para ver qué vestido nos pondríamos y qué le regalaríamos a Alex. Además, me tendría que explicar con más claridad eso de Rian.

El día siguiente no fue mal, todo lo contrario. De nuevo, Lisa se volvió a juntar con nosotras. A Jamie no le hacía mucha gracia la idea, pero si a mí me caía bien, ella la respetaba. Además, todavía no había hecho nada malo, y tampoco es que yo creyera que lo iba a hacer. Después de todas las (aburridas) clases, Alex y Jack volvieron a recogernos, y Alex me dijo que me tenía preparada una pequeña sorpresa para el concierto del veinticuatro. Claro, él no sabía que nosotros le teníamos preparado una sorpresa aún mayor, de la cual podía escuchar hablar en susurros a Jamie y Jack.
Después de comer, Jamie y yo fuimos a pie hasta el centro de la ciudad, donde comenzamos a mirar tiendas.

A Jamie le encantaba la moda, podría tirarse en las tiendas siglos, hasta que cerraran, y no se cansaría de ver la ropa. Cuando éramos pequeñas, ella era la que vestía a las barbies, la que les modificaba la ropa con pegatinas y le pedía a su madre que le cosiera unos trozos de tela y les pusiera velcro detrás, transformándolos en camisetas o pantalones. Siempre me había sorprendido esa habilidad de ella y parecía ser que con el paso del tiempo me la había pegado, porque lo que ella no sabía arreglar, yo sí lo sabía hacer.

-A ver, cuéntame lo de Rian –le pregunté, entrando a una tienda que parecía tener cosas monas.
-No sé, tía, ¿qué te voy a contar? –rió-. Fuimos a hacer fotos a un parque muy mono que no conocía, es majo –cogió un vestido gris y me lo enseñó-. ¿Te gusta para ti?
-Es mono, me lo probaré –lo cogí. Sí, era mi talla-. Pero… ¿quedasteis como amigos? ¿O era una cita?
-Como amigos, tía –rió de nuevo-. ¿Cómo iba a ser una cita?
-Eh, te recuerdo que yo tuve una cita con Alex cuando todos lo veíamos imposible.
-Ya, pero bueno.
-Mira éste –le tendí uno rosa palo de su talla-. ¿Te gusta?
-¿Rian o el vestido?
-Los dos –contesté.
-Pues el vestido sí. Y Rian… no sé. Es muy mono.
-¿Sólo mono?
-Sí, joder. Además, le gusta otra. Dice que la quiere enamorar, bueno, eso le dije yo.

Pero a mí todo ese tema me olía a chamusquina. Algo raro había ahí… tendría que hablar con Rian al día siguiente, ya que ese día íbamos a faltar al ensayo.

-Oye, Magg, ¿qué le regalamos a Alex?
-Ni idea… -suspiré-. Tendremos que mirar después en alguna tienda así de su estilo.
-Vale.

Continuamos cogiendo vestidos en aquella tienda y, tras probarnos una veintena cada una, elegimos los dos que habíamos cogido al principio.
Tras pagarlos, fuimos a más tiendas para buscar el regalo de Alex, pero nada, no había nada de su estilo en ninguna: o muy cursi, o muy chorizo. Pensábamos ya en desistir, cuando vimos una tienda que parecía que tenía un cartelito debajo del nombre de la marca que ponía “Diseñados especialmente para All Time Low”. Aquello era lo que buscábamos.

-¿Lo has visto? –me preguntó Jamie.
-Sí. ¡¡Vamos!!

Entramos en la tienda, y comenzamos a mirar todo lo que había allí, desde pantalones hasta sudaderas, incluyendo todo tipo de gorros, cinturones, zapatillas… aquello era el paraíso.

-Bueno, y tú no me has contado, ¿qué tal con Alex ayer?
-Pues como siempre –me encogí de hombros-. Estuvo mucho más cuco que de costumbre.
-¿Y eso?
-Me quiso enseñar la habitación de su hermano –le dije-. Pero no le dejé. Para qué, ¿para hacerle daño? Además, yo sentiría impotencia al verle mal y no saber qué decir para consolarle.
-Llevas razón –dijo ella, mirando las sudaderas-. ¿Y cómo es que cantaste?

Recordé el momento en el que Alex me invitó a sentarme para que cantara con él. Había sido tan… uf. Tan relajante.

-Eh, Magg, estoy aquí –Jamie movió su mano delante de mis ojos.
-Pues me dijo que quería cantar una canción que esperaba que me supiera… y resultó ser I’d Do Anything, de Simple Plan.
-Alex tiene que estar actuando o algo –bromeó-. Es demasiado cuqui para ti.

Las dos reímos.

-Eh, mira esta sudadera de Atticus –me dijo, enseñándomela.
-Dios, es Alex total.
-Pues no se diga más, a comprarla.

Después de comprar la sudadera, nos fuimos a dar más vueltas por el centro de la ciudad, eso sí, con un chocolate de Starbucks en la mano.
Me encantaban las tardes de chicas con Jamie, las había echado de menos. La verdad era que desde que All Time Low entró en nuestras vidas, teníamos menos tiempo para estar las dos juntas haciendo el tonto, pero la sustitución (ensayos, citas, fiestas y demás con los chicos) era bastante buena también.

Sonreí al imaginarme la cara de Alex al ver lo que le teníamos preparado, y caí en la cuenta de que al día siguiente nos darían ya las notas, lo que significaba que hasta el 2005, no habría más clase. Qué buena era la vida.

viernes, 13 de mayo de 2011

Capítulo 26.

Lo siento LO SIENTO. Pero joder, he estado bastante líada y todo eso. Ahora os dejo el cap, lo siento, en serio.

DISFRUTAD.


Capítulo 26. (Jamie)
2004

Me aseguré de que había metido los objetivos y demás en la mochila de la cámara y puse una carpeta cualquiera en el ipod, que resultó ser un cd de Maggie, de My Chemical Romance. No estaban mal, la verdad, era muy Maggie.

Sonreí, sabiendo que tendría que contarle lo que había hecho hoy, y más si me veía aparecer con Rian en el ensayo. Él llegó puntual y nos fuimos a un sitio dónde él decía que se podían hacer fotos geniales, y tenía razón.

Era un pequeño parque, dónde había niños corriendo de un lado a otro, y señoras paseando a chihuahuas como si su perro fuese el más bonito de todo el parque. Sonreí y abracé a Rian, agradeciéndoselo.

-¿Y qué tal con esa chica?-le pregunté mientras ponía un objetivo a la cámara.
-Mañana hemos quedado-sonrió.-Me encanta, siempre está ahí, si la llamo para cualquier tontería. ¡Le propuse cine y cena y otro plan más simple, y prefirió el simple!
-Eh, entonces me cae bien-sonreí y enfoqué a una pareja de niños de tres o cuatro años que estaban jugando con la arena.-Me encantaría volver a tener cuatro añitos.
-¿Ah, sí? ¿Por qué?-preguntó curioso.
-No te preocupabas de nada. Yo solo quería ir corriendo a casa de Maggie a jugar con su muñeca nueva-reí.-Y cuando se manchaba el vestido de barro, la hermana de Maggie, Brooklyn, tenía una pequeña lavadora de juguete que iba con pilas, y metíamos la ropa de la muñeca ahí. ¡Era muy cómico y divertido!
-Seguro, seguro-rió alegre-.Si te sirve de consuelo, cuando yo tenía cuatro años, iba golpeando cualquier peluche que me encontrase por el camino, hasta que me caí de espaldas y me hice daño…
-¡Oh, Dios, yo quería haber visto eso!-reí y nos sentamos en la hierba.
-¿Para qué? ¿Para reírte de mí?-alzó una ceja mirándome.
-¡Exacto! No hay nada más divertido que reírte de los demás-sonreí mirándole.
-¡Ya verás tú!-y empezó a hacerme cosquillas, mientras yo reía y pataleaba intentando que me soltase.
-Para, para, para-conseguí decir entre carcajadas.
-Bueno, vale, paro-sonrió.

Estuvimos toda la tarde en aquel parque. Hablando, riéndonos, conociéndonos un poco más. Rian era un chico increíble, no sólo el batería de All Time Low. Era una persona maravillosa, dulce, cariñosa, sincera…

Teníamos cosas en común que nunca había pensado que pudiese tener con él, pero ahí estaban. Para hacer la gracia, nos tomamos un par de fotos juntos, haciendo el idiota, y al verlas de nuevo, volvimos a reír.

-Sería mejor que fuésemos ya a mi casa-comentó él, levantándose y sacudiéndose la hierba del pantalón. Me tendió la mano con una sonrisa.-Venga, vamos.
-Gracias-dije mientras me agarraba a su mano. Rian tiró de mí y me levantó con facilidad.-Joder…
-¿Qué?
-Que soy un peso pluma-reí, y él rió conmigo.
-Anda vamos, peso pluma-se burló.

Me guió hasta el coche y me abrió la puerta del copiloto, como todo un caballero. No tardamos mucho en llegar a su casa, y durante todo el trayecto, en la radio pasaban un especial de Maroon 5.
Al llegar, Alex y Maggie ya estaban allí, en la puerta, esperándonos. Saludé a Maggie abrazándola y ella me respondió, para después coger emocionada la cámara que colgaba de mi cuello y sacar una foto a Alex, que estaba despistado.

-¡Oye!-exclamó él mirándo a Maggie.
-Eh, ¡Jamie podría ser vuestra fotógrafa!-exclamó Maggie sonriente.
-¿Y tú qué serías nuestro?-pregunto Alex abrazándola por la cintura.
-Yo sería la ayudante de Jamie-rió alegre.- ¿Dónde habéis estado?
-Rian me invitó a ir a sacar fotos a un parque. Últimamente, tenía a mi pobre cámara abandonada, así que dije, ¿por qué no? Total, Alex y Maggie estarán todo el día juntos…
-Y no te has equivocado-Maggie me sonrió alegre. Estaba feliz.

Entramos dentro y fuimos directos al garaje. Aun faltaban Jack, Zack y Zoe, que al igual que nosotras, iba a la mayoría de los ensayos. Maggie y yo nos tiramos sobre el sofá, bueno, yo me senté, y Maggie apoyó su cabeza en mis piernas, usándome de cojín.

-¿Cómoda?-pregunté mirándola, frunciendo el ceño.
-Hombre, podías ser un poco más blandita, pero bueno, sirve-me sonrió y acabó riéndose.-Me encanta venir aquí… No sabes qué ha pasado hoy…
-¿Qué?-la miré esperando a que siguiese.
-He ido…-miró a su alrededor, Alex y Rian estaban bastante lejos de nosotras.-Alex me ha llevado a su casa.
-¿Qué?-volví a susurrar, hablando bajito, igual que ella.
-Te lo juro, me ha enseñado una canción nueva, y ha tocado la de I'd do anything, de simple plan. Creí que me moría ahí mismo, te lo prometo-se llevó las manos a la cara, tapándosela.
-Vaya…-comenté y miré a Alex, que miraba a Maggie divertido.
-¡Buenos días, familia!-exclamó Jack, bajando las escaleras de dos en dos.- ¡Hola preciosas!
-Buenas tardes, Jack, se dice tardes…-reí y dejé que me besase la mejilla.
-Maggie, ¿no me dejas darte un beso?-preguntó Jack mirándola, seguía con las manos en la cara.
-¡Depende donde!-dijo ella, sin retirar las manos de su rostro.
-¡En la boca!-Jack sonrió divertido.
-Bueno, vale-Maggie se retiró las manos de la cara y rió.- ¡Bobo mío!
-¡Tonta mía!-exclamó él en el mismo tono divertido, y besó su frente.- ¡Tengo ganas de quemar calorías!
-Pues folla-respondió Maggie, ni corta ni perezosa.- ¿Qué? Joder…
-¿A quién?-Jack empezó a girar.- ¡Jamie, eres la afortunada!
-Ni aunque fueses el último mono de la tierra-le sonreí alegre.
-¡Que mala amiga!-exclamó Jack con fingida tristeza.- ¿Y si somos folla amigos?
-¿Y si te vas a ser violado por una panda de monos?-inquirí sonriente.
-Vale, hoy tienes ganas de picarme, ¡pues no lo conseguirás!-Jack sonrió y besó mi mejilla de nuevo.- ¿Y el bajista y la novia?
-Compartiendo amor-respondió Alex mientras colocaba el micrófono.- ¿Sabéis? Maggie ha cantado conmigo.
-¿Qué?-Jack y yo miramos a Maggie.
-¡Mentira, mentira!-exclamó, riéndose, y volvió a esconder su cara entre sus manos.
-Locos, todos locos-suspiré.

Cuando Zack y Zoe se dignaron a aparecer, comenzó el ensayo. Ya nos habíamos aprendido varias canciones, ¡y las que nos quedaban!

lunes, 2 de mayo de 2011

Capítulo 25.

¡Hola!
Siento no haber subido antes, a pesar de haber tenido a un par de moscas cojoneras pidiéndomelo (sí, Vanesa, va por ti xD).
Espero que os guste el capítulo.

xoxo, Patri.

Capítulo 25. (Maggie)
2004

Jamie no me quiso explicar qué planes tenía, pero bueno, tampoco era yo nadie como para controlar su vida, así que me enteraría cuando me lo contara.
Alex me llamó después de comer, preguntándome que si quería ir a su casa a pasar la tarde hasta el ensayo, que lo tenían a las siete. Tras preguntarle a mi madre y convencerla para que me dejara ir (no le hacía gracia que fuera a su casa, supongo que se olería algo), me duché y arreglé. Él me recogería en su coche y nos iríamos directamente hacia allí.
Me pinté la raya en el párpado superior, me eché rímel y metí el móvil, las llaves y la cartera en los bolsillos. No sabía por qué, pero estaba nerviosa. ¿Y si me encontraba a los padres de Alex? Me había dicho que no estaban en casa pero, si los conociera, me pondría muy nerviosa.
Pasó a recogerme a las cinco y, tras despedirme de mis padres, me monté en el coche. Le besé la mejilla a modo de saludo.

-Hola –saludó él, y cuando llegamos a un semáforo en rojo, besó mis labios con suavidad-. ¿Qué tal la mañana?
-Aburrida, pero bueno –sonreí-. Aunque me ha costado horrores convencer a mi madre para venir.
-¿Y eso? ¿No se fía de mí? –preguntó.
-No, no es eso. No se fía de que seamos amigos, ese es el quid de la cuestión –reí.

Su casa no estaba muy lejos de la mía, es más, no sé para qué había venido en coche cuando hacía ese trayecto todos los días a pie. Su casa era normalita, ni muy grande ni pequeña, y me gustaba, era típica casa cuadrada americana.

-Me gusta –sonreí, entrando por la puerta principal-. Es muy acogedora

Él me dedicó una sonrisa y cogió mi mano, para hacerme subir las escaleras.

-Ésta es mi guarida –me dijo, enseñándome una habitación llena de pósters de grupos de rock y de guitarras.
-Vaya, cómo mola –dije, observándola. La tenía bastante ordenada.
-Gracias –sonrió-. Ven, vamos a ver la sala de música.

Me guió a través del pasillo hasta una habitación llena de guitarras. Habría como diez allí metidas. Me quedé alucinada observándolas con admiración. Eran preciosas todas, y estaban muy bien cuidadas. Me fijé en que también tenía un par de micrófonos a un lado y unas sillas en mitad de la habitación. Observé con atención cómo cogía una de las guitarras acústicas y se sentaba en una de las sillas, cruzando las piernas.

-Venga, siéntate, que vamos a cantar. Espero que te la sepas –sonrió.

Le obedecí y me senté en la otra silla, y me ajusté el micrófono. Vaya, iba a cantar con Alex… se me hacía raro. Es decir, sólo había cantado con un micrófono en el Singstar de la PlayStation 2 de Jamie, y siempre lo hacíamos de broma.
Alex comenzó a tocar unos acordes que me hicieron mirarle boquiabierta. Era una de mis canciones preferidas.

-Another day is going by. I’m thinking about you all the time, but you’re out there and I’m here waiting… -cantó Alex. Quise levantarme y besarle. ¿Cómo podría haberlo averiguado? ¿Cómo lo sabría?
-Eres genial –dije, con una sonrisa.

Él sólo sonrió y siguió cantando. Me dejó cantar la segunda estrofa y el segundo estribillo, y me encantó ver su mirada de aprobación. Le gustaba cómo cantaba, ¿no era estupendo?
Creo que aquel fue uno de los momentos que siempre recordaré con mayor intensidad, uno de los más felices de mi vida. Cuando terminó la canción, tuve la sensación de que nuestra relación se había estrechado hasta un punto en el que comprendí, que era casi imposible estar más… conectados.

Podría sonar a locura, pero era la verdad. Puede que le conociera de apenas una semana o dos, pero había hecho tantas cosas… y parecía conocerme mejor que mi propia hermana.
Me levanté de la silla y me acerqué a él, que dejaba la guitarra en su sitio. Le abracé. Él me rodeó con sus brazos y me besó la frente.

-Gracias, Alex –dije, besándole los labios.
-De nada, enana, sabes que estoy aquí para lo que quieras.

Salimos de la sala de música, y al pasar por la puerta de la que parecía una habitación, Alex meditó si entrar o no. Lo comprendí al instante. Tiré de él y salimos de la casa, nos fuimos al jardín trasero, donde había una especie de sofá-columpio. Nos sentamos allí.

-¿Por qué lo has hecho, Magg? –me preguntó.
-No es necesario, Alex. De verdad. Entiendo cómo te sientes, y no quiero que hagas cosas que te hagan daño. Bastante haces con tocar Lullabies –sonreí, y le abracé.
-Gracias, Maggie. Enserio. Eres genial, pequeña –sonrió.

Estuvimos un rato así, abrazados, en silencio. No queríamos estropear aquel momento hablando… ¿y si decíamos algo equivocado?
Pero no todo es eterno, y nos separamos para levantarnos. Alex me guió hasta su habitación, y nos tumbamos allí en su cama. Él cogió una guitarra que tenía allí.

-Mira, te voy a enseñar canciones que he estado componiendo. Les faltan muchos retoques en los que me tienen que ayudar los chicos, pero creo que están bien –sonrió.

Le besé la mejilla para infundirle ánimos. La verdad es que aún no sé cómo pudo tocar, estábamos los dos tumbados en la cama y no es que hubiera espacio de sobra. Además, lo dicho, estábamos tumbados. ¿Cómo iba a tocar medianamente bien? Pero me sorprendió y lo hizo. Me enseñó un par de canciones que, sinceramente, me encantaron. Una se llamaba “Running From Lions”, y desde el principio supe que a Jamie le encantaría.

Estuvimos el resto de la tarde juntos haciendo el vago, besándonos o bien hablando, simplemente. Me gustaba estar así con él, tranquilos, sin que nada ni nadie nos molestase, contándonos nuestros secretos y queriéndonos.

Me pregunté si él me quería de verdad, o sólo me veía como un rollo y una amiga más. Era algo que no podía saber, a menos que él me lo aclarara, y yo no se lo iba a preguntar. Eso es algo que tenía que salir del corazón.

Nos fuimos al ensayo más felices que nunca, yo, al menos, enamorándome cada día más de sus virtudes y de sus defectos.