jueves, 27 de enero de 2011

Capítulo 7.

¡Hola! Aquí me tenéis una tarde más subiendo... hoy no me encuentro genial: dolor de cabeza, examen de historia por estudiar, el tobillo me está matando y para colmo me han dado las notas de mitad de evaluación, que podrían estar mejores.
Sin embargo, ello no me impide subir, así que por qué no haceros felices a vosotros? <3

PD: Felicitad a Nat, ¡¡¡¡al fin es pioneer!!!!

Capítulo 7. (Maggie)
2004

Jamie no tardó en irse. Estuvimos hablando largo y tendido sobre Alex, Jack y el resto del grupo. Hicimos el trabajo mientras tanto, pero tras elegir el conjunto que me pondría aquella tarde, se despidió y se fue a su casa. Me estaba desvistiendo para entrar en la ducha cuando me llegó un SMS de Alex.

A las seis menos cinco estoy en la puerta de tu casa.

Y así fue. A esa hora, bajé las escaleras corriendo y, tras despedirme de mis padres, cogí el abrigo y salí. Él me esperaba de pie en la puerta. Guapísimo, como siempre.

-Buenas -me sonrió él-. Estás muy guapa.
-Gracias -noté cómo me sonrojaba. Dios, Magg, reacciona, ¡sólo es un chico más!-. Tú tampoco estás mal.

Él me sonrió y emprendimos el camino hasta el centro de la ciudad.

-¿Sabes? Jack ha invitado a Jamie al ensayo de mañana. ¿Tú vendrás? -me preguntó.

Dios. Sabía que lo diría. Ya lo había hablado con Jamie. Ella sólo tenía que entregar un trabajo de español (la muy suertuda no hacía exámenes finales de esa asignatura), pero yo tenía un examen de francés, con literatura incluída. Si iba, sería con el libro de francés y como mucho me quedaría durante dos canciones. Se lo expliqué de aquella manera a Alex, que pareció entenderlo y me dijo que no pasaba nada.

-Ya vendrás otro día, ensayamos dos horas, siete días a la semana, trescientos cincuenta y nueve días al año.
-Hala, ¿y esa exactitud? ¿Por qué no los trescientos sesenta y cinco?
-Porque en Navidad, Año Nuevo y en nuestros cumpleaños no es plan de ponerse a ensayar -rió.
-¿Y hoy no ensayáis?
-Claro. Ya hemos ensayado. Desde las... tres hasta las cinco.

Llegamos a la cafetería y nos sentamos en una mesa que había junto al escaparate. Me encantaba el ambiente que había en la calle. Ya estábamos en la primera semana de adviento, y todas las luces estaban puestas, y las personas, comprando los regalos. Era genial.

-¿Qué quieres? -me preguntó Alex, sacándome de mi ensimismamiento. El camarero estaba parado con una libretita y un bolígrafo.
-Un café bombón, por favor -sonreí.
-Yo una manchada -dijo él.

El camarero nos sonrió y se alejó. Nos miramos a los ojos. No sé cuánto tiempo permanecimos así, pero me gustó. Cada vez que nos mirábamos, era como si nos conociéramos desde hacía años, me infundía una confianza tan grande que me llegaba a asustar. Sin embargo, la cruda realidad era que nos conocíamos desde el sábado, y que sabía más bien poco de él.

-Bueno, ¿cómo vamos a organizar las clases de guitarra? -me preguntó.
-Pues hasta el miércoles que viene... Es que los exámenes acaban ese día. A partir de ahí, cuando quieras, con el horario que te plazca.
-¿Y si te las doy los fines de semana? Incluídos los viernes. Y después, recogemos a Jamie y os venís a los ensayos.
-Me parece genial -sonreí-. Si quieres, los viernes nos puedes recoger de clase, te quedas a comer en mi casa y me das la clase. ¿Te hace?
-Mucho. ¿A tus padres no les importará?
-No, ellos saben diferenciar entre amigos y... bueno, como dicen ellos, "amigos especiales" -reímos-. ¡Oye! No me has dicho adónde tenermos que ir mañana.
-Porque no hace falta -rió-. Pasaré a buscaros en coche.
-Joder, pareces un taxista...
-Cuando acabe el mes, os pasaré la factura.

Los dos reímos y tomamos un sorbo de los cafés que nos había traído el camarero.

-¿Y mañana de qué tienes examen? -me preguntó, con una sonrisa.
-Sólo tenemos que entregar un trabajo de literatura, que ya lo hemos terminado Jamie y yo.
-¿Inglesa?
-Sí. ¿Vosotros no tenéis finales?
-No, sólo tenemos recuperaciones después de las vacaciones de Navidad. ¡Por cierto! El 24 por la noche damos un conciertillo en el pub Rock&Drink, si queréis veniros... aunque antes tenemos otro el 17, en un cumpleaños. Podemos colaros si queréis...
-¡Sería genial!

Él sonrió y le dio otro sorbo a su café.
¿Quién me habría dicho el viernes que estaría tomándome un café con un chico al que sólo conozco de una tarde? Y, para colmo, me había recogido de clase. Dios, Magg, cálmate.

Pasamos un par de horas entre risas, anécdotas y miradas. Me invitó al café, y luego me acompañó a casa.

-¿Tú crees que podríamos calificar esto como cita? -me preguntó, pillándome desprevenida.
-Pues no sé -reí-. Supongo, ¿no?
-Vale, entonces... ¿puedo pedirte una segunda cita? -sonrió.
-Mmm... creo que sí. Cuando quieras.
-Mañana lo hablamos -dijo, cuando llegamos a la puerta de mi casa.
-Gracias por todo, y por lo de esta tarde.

Le di un abrazo y le besé la mejilla.

-Mañana a las cinco aquí, ¿vale?
-Claro -contesté-. ¡Hasta mañana!
-Hasta mañana.

Entré a casa y, tras cerrar la puerta, miré por la mirilla. Alex se quedó unos segundos parado y, tras respirar profundamente, se marchó. Me apoyé en la puerta. ¿Había sido real? ¿Enserio? ¿Había tenido una cita con Alex? ¿Iba a tener otra? Suspiré. Qué increíble.
Subí las escaleras corriendo y cogí el teléfono, para llamar a Jamie, que recibió con bastante entusiasmo y alegría la noticia.

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