domingo, 23 de enero de 2011

Capítulo 5.

¡Hola hola! Soy Patri :) ¡Aquí me tenéis, domingo, 20.00h, actualizando! Espero que os guste este capítulo *_*
¡¡Tened buen comienzo de semana!!


Capítulo 5. (Maggie)
2004

La semana siguiente comenzó bien. Jamie y yo tuvimos el primer examen final (de física, menos mal que ya nos lo quitamos de encima), y el resto de las clases fueron bastante relajadas, pues los profesores decían que al estar en época de exámenes no daríamos materia, sólo repasaríamos. Aquello era imposible para nosotras, que nos tiramos toda la mañana del lunes hablando de la fiesta de Frank y de All Time Low.
Sin embargo, a la hora de la salida, algo inesperado ocurrió. Jamie me pidió que me esperara un momento porque tenía que hablar con una compañera suya de español (yo no había escogido esa asignatura, así que no podía ayudarle), y yo me fui a la verja del instituto. La esperé allí, pero alguien llegó antes que ella. Un chico alto, con el pelo negro y los ojos verdosos, se acercaba a mí. Dios, no. Era Frank.

-Eh, buenas tardes, preciosa –sonrió-. ¿Qué tal? ¿Hoy si estás dispuesta a venirte conmigo a jugar?
-Buenas tardes, estoy genial, pero ahora que estás aquí, creo que tengo ganas de potar. Sí, si quieres jugamos al juego de tú te crees genial, yo te poto encima –le guiñé el ojo.

Pero mi actitud borde no pareció afectarle, y se acercó más a mí, para susurrarme al oído:

-Ahora tu héroe Alex no está aquí, ¿no?
-No, pero estoy yo con ella –dijo Jamie-. Y espero que no te vuelvas a acercar a ella, porque mi rodilla acabará incrustada en tu aparato reproductor y te quedarás impotente para toda tu vida. ¿Está claro?

Aquella amenaza sí que surgió efecto y, maldiciendo, se fue. Abracé a Jamie. Había tratado de camuflar todo el miedo que sentía con frases bordes pero… no podía evitar sentirme amenazada. ¿Y si Frank volvía y estaba sola? No quería saber lo que podría ocurrir.

-Venga, vamos a casa. Lo primero que haremos será llamar a Alex y decírselo, a ver si a él se le ocurre algo. Luego, a comer y ¡a hincar los codos! –sonrió Jamie.

Sabía que trataba de hacerme reír, pero no veía nada de seguro en ese plan. Tenía miedo. Seguro que Alex se desentendía del tema y no quería saber nada más de mí ni de Frank…

-Anima esa cara, Magg, o no llamo a Alex –me amenazó mi amiga.

Reí y la abracé. Al menos sabía que no estaba sola.
Al llegar a casa, vimos una nota en la cual ponía que mis padres estaban comiendo fuera, y que a las cinco vendrían a por mi hermana para ir a la reunión con su tutor.

-¿Brooklyn? –llamé. Mi hermana mayor se asomó por la barandilla.
-¡Hola! ¡Hola, Jamie! ¿Qué tal el día?
-Bueno… ha vuelto a aparecer Frank a la salida de clase –suspiró Jamie-. Pero he hecho mi aparición heroica y he salvado a tu hermana –rió.
-Sí –suspiré yo también-. Pero bueno, ¿qué le vamos a hacer? El niño salió tonto…
-Venga, déjame tu móvil.

Lo cogí de la mesita del salón y se lo tendí. Dejamos las mochilas en el suelo y ella buscó el número en la agenda.

-¡Hola! No, soy Jamie… Sí, exacto. ¿Cómo lo sabías? –vi cómo sonreía-. Bueno, pues mañana por la tarde si quieres puedes venirte con nosotras a tomar un café o algo. Bien, pues ya está. ¡Ciao! –colgó-. Mañana a las seis tienes cita con tu héroe, ponte guapa, ¿eh?
-Sí, venga… pero tú vienes también, ¿no?
-Claro que no –rió-. ¿Te piensas que voy a ir de sujeta velas?
-Pues que vaya Jack.
-Sí, hoooombre, para que me tire encima el café.

Después de comer, nos tocó estudiar historia a fondo, y después de cenar, ella se tuvo que ir a su casa.
A la mañana siguiente, el examen nos salió genial. Habíamos estado estudiando bastante y había dado sus frutos, por lo que el resto de la mañana estuvimos felices. Intentábamos evitar a Frank lo máximo posible, y pareció dar resultado.
A la salida, íbamos lentamente hacia la verja, hablando con tranquilidad de nuestras cosas.

-¿Qué crees que me dirá Alex hoy? –pregunté. Llevaba todo el día con la misma pregunta en la cabeza.
-Pues no sé, supongo que te dirá algún plan o algo –me dedicó una de sus blancas sonrisas-. ¿Qué te pondrás?

Iba a contestar, pero una persona desvió mi atención. Un chico moreno con mechas en el pelo, bastante alto y con ojos castaños nos miraba en la puerta. A su lado, Jack estaba mirando a las chicas que pasaban por su lado. Agarré el brazo de Jamie.

-¿Los has visto? –susurré.
-Sí, tía…

Nos acercamos, y sonreí nerviosa a Alex.

-Hey –saludé-. ¿Qué hacéis aquí?
-Alex no quería que Frank te hiciera nada, y ha venido para prevenir –contestó Jack.
-¿Enserio? –le miré, atónita.
-Sí, bueno… conocemos a Frank, sabemos cómo es y no quería que pasara nada.
-Hablando del rey de Roma… -murmuró Jamie.
-Eh, hola Magg –dijo Frank, entrando en escena-. Anda, hola Alex. ¿Te importa si Magg y yo nos vamos a divertirnos?
-Sí, me importa. Te advertí, y no me hiciste caso –dijo él. No lo había visto tan furioso. Se había acercado a él y sus manos colgaban a los lados de su cuerpo, hechas un puño.
-Bueno, pero ella no es nada tuyo, puedo hacer lo que quiera con ella –dijo Frank con una falsa sonrisa.
-¿Acaso es un objeto? Frank, aléjate de ella, porque si no lo haces te arrepentirás.
-¿Sí? ¿Qué me vas a hacer? ¿Pegarme con tu guitarrita?

Uno de los puños de Alex aterrizó en la cara de Frank. No, no podía estar ocurriendo eso. ¿Se estaban peleando por mí? Frank le devolvió el puñetazo, y comenzó una pelea. Me abracé entre lágrimas a Jack, pidiéndole que les separara, pero él no fue el que les separó. Al mirarme a los ojos, Alex paró y, tras mirar a Frank amenazadoramente, éste se fue. Alex me abrazó para mi sorpresa, susurrándome “perdón”.
Le devolví el abrazo y, con cariño, le besé la mejilla.

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