viernes, 11 de marzo de 2011

Capítulo 21.

¡¡He aquí nuevo cap!! Me echan, así que... x)
¡Espero que os guste!
Patri.

Capítulo 21. (Maggie)
2004

Despertamos con un ligero dolor de cabeza, nada que no se pudiera remediar con un ibuprofeno y un calentito vaso de leche.
Las clases no fueron mal, nos dieron las notas de los exámenes y Jamie y yo teníamos todas las asignaturas aprobadas y con buena nota. También entregamos los regalos del amigo invisible, y me alegré bastante de que Frank no hubiera asistido a clase, una mentira que evitaba. A mí me lo entregó una chica llamada Lisa, que me dio una sudadera de Blink-182. Lisa se vino en el recreo con nosotras, diciendo que nos había visto en el cumpleaños en el que habían tocado All Time Low.
La chica era simpática, la verdad, aunque a Jamie no le cayó del todo bien.

-Es una interesada, Magg –suspiró. Estábamos en las taquillas, dejando unos libros y cogiendo las mochilas, listas para salir.
-¿Por qué? ¿Porque nos ha visto en un cumpleaños? Venga ya, Jamie.
-No, porque sabe que somos amigas de ellos –suspiró, irritada-. Lo único que debe de querer es estar con ellos.
-Mira, dale una oportunidad. Es simpática, me cae bien –sonreí-. ¿Lo harás por mí?

Ella, tras un largo suspiro, asintió.

-Tápate un poco más el chupetón, Magg. Te está mirando todo el instituto –rió.
-Con que no lo vean mis padres… bastante tengo ya con mi madre insistiendo en que Alex se quede a cenar –bufé-. Lo peor es que hoy comen mis padres en casa.
-Oh, Dios –rió-. Grábalo, por favor, y pásamelo. Quiero ver vuestras caras.

Entre risas, llegamos a la puerta, donde Alex y Jack nos abrazaron. Sí, los dos a las dos, a la vez. Tipo el “abrazo fuerte” de los Teletubbies.

-Eh, ¿y esa alegría?

Pero los dos estaban muy emocionados como para contestarme. Sólo Jack lo pudo decir:

-¡¡TENEMOS DISCOGRÁFICA!! –exclamó.
-¿¡Enserio?! –gritamos Jamie y yo, y les abrazamos.

Alex reaccionó besándome y, cuando nos separamos, le besé la mejilla. Me alegraba muchísimo por ellos. Llevaban muchísimo tiempo persiguiendo su sueño, y al fin lo iban a conseguir.
Decidimos emprender el camino a casa, felices.

-Es genial –sonreí, Alex y yo íbamos delante, abrazados-. ¡¡Cuenta!!
-Pues se nos ha acercado la chica que dio el cumpleaños y nos ha dicho que a las nueve unos directivos de Emerald Records quieren cenar con nosotros para negociar un contrato, así que hoy no habrá ensayo –sonrió.
-¿Y clases? –pregunté. Llevaba todo el día pensando en estar con él.
-Claro que sí, enana –volvió a sonreír, y besó mis labios con suavidad.

Llegamos a casa y entramos, dejando que Jack acompañara a Jamie a casa.

-Hola –saludé.
-Hola, cielo –me contestó mi padre desde la cocina-. ¿Ha venido Alex también?
-Sí, vamos a dejar las cosas y bajamos a comer –dije.

Subimos las escaleras y entramos a mi cuarto.

-¿Tus padres comen hoy con nosotros? –me preguntó Alex.
-Sí –reí-. Lo siento.
-No, ¿qué dices? Será divertido –rió-. Tápate mejor la marquita, si no quieres que me echen de casa.

Me abrazó, besó con suavidad la marca que me había dejado en el cuello la noche anterior, y me la tapó con mi pañuelo.

-Hecho –sonrió.

Bajamos las escaleras y nos internamos en la cocina, donde estaba mi madre repartiendo la comida en los platos y mi padre, sentado. Se saludaron y Alex y yo nos sentamos. Vale, estaba nerviosa. Más que nada, porque mi madre ya sospechaba que Alex me gustaba y mi padre estaba empezando a pensar que tantas visitas y demás no eran normales de un amigo.
La comida no fue tan terrible como me imaginé, pues Alex sacó el magnífico tema de su posible contrato discográfico y mis padres se interesaron más en eso que a dónde iban a parar los labios de Alex.
Cuando terminamos de recoger la mesa, subimos a mi  habitación. Traje las guitarras, y le di la de mi padre a Alex.

-Bien, ¿has practicado estos días? –me preguntó.
-Sí, y me sale más o menos bien –sonreí-. Pero seguro que ahora la tocas tú y me dejas los dientes largos.

Él rió y la tocó. En efecto, hice la predicción exacta. Lo repetí yo, y me aplaudió.

-Sí, venga ya, ahora trata de camuflar mi penosidad –reí-. Ahora, ¡enséñame! Para algo te pago.
-No me pagas.
-Ah, bueno, entonces te quedas sin besos.
-Genial.
-Pues vale.

Pero él me robó un beso, haciendo que se me cayera la guitarra. Le miré amenazadoramente y dije:

-¡Deja de distraerme, Alejandro! Ahora, a tocar.

La recogí y me continuó enseñando tablaturas, me dio una que no tenía nombre.

-¿De qué canción es? –le pregunté.
-No te lo puedo decir. Tú, tócala.

Le hice caso. Me sonaba, mucho. La seguí practicando, bajo la atenta mirada de Alex, que de vez en cuando la tocaba él para que yo no me atascara.

-Es… -comencé a decir.
-Sí –sonrió, besándome con suavidad.

¿Por qué lo habría hecho? ¿Por qué me habría enseñado a tocar Lullabies? Dejé la guitarra a un lado de la cama y le abracé.

1 comentario:

  1. Me encanta me encanta me encanta
    quiero que lo sigan pliss!!!!!!!!!

    (mi hermano me va a metar por dejar su nombre)

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