jueves, 7 de abril de 2011

Capítulo 23.

¿Hola? ¿Hay alguien? Fu, seguro que ya ni nos leéis. Siento haber tardado tanto en subir, enserio... pero es que se me juntaron exámenes, el concierto de Taylor, otro viaje a Madrid... que os diga Nat, que hoy mismo he terminado el capítulo que le debía desde la última vez que subí xDDD
Bueno, pues eso, que espero que os guste leer este fic tanto como a mí escribirlo... <3

Capítulo 23. (Maggie)
2004

El mismo viernes por la noche recibí un SMS de Alex diciendo que estaba nervioso, así que opté por llamarle.

-¡Hola! –saludé-. Eh, Alex, no estés nervioso, ¿vale? Todo va a salir bien, ya verás.
-Ya, pero es que… puf –suspiró.
-No te preocupes, tontorrón. En cuanto acabéis, llámame, ¿vale?
-Vale. Gracias, Magg. Te quiero.
-Y yo –sonreí, y colgué.

Me tumbé en la cama, y de tanto cansancio acumulado por la noche anterior, me quedé dormida.
Me despertó el móvil. Era Alex llamándome. Lo cogí, somnolienta.

-Hola –saludé, tratando de despejarme-. ¿Qué tal todo?
-Estamos en un pub los chicos y yo. ¡¡TENEMOS CONTRATO!! –exclamó.
-¿¡Enserio!? Dios, Alex, me alegro muchísimo –de verdad que lo hacía. Se lo merecían más que nadie.
-Mañana Jack y yo vamos a tu casa a ver una peli o algo, dice que llames a Jamie –rió
-Eh, ¿y esas invitaciones? Vale, pero a las siete, que mis padres se van por ahí a esa hora. Y dile a Jack que no venga con ganas de nada raro porque no le voy a dejar que lo haga –reí.
-Jack, dice Magg que mañana no te lleves condones –le dijo a Jack, haciéndome reír.
-¡Porque ella lo diga!

Nos despedimos tras un breve resumen de la cena y llamé a Jamie. Le comenté lo que teníamos planeado para el día siguiente y ella me dijo que a las seis estaría en mi casa para preparar todo.

Al día siguiente no hice mucho, estuve hablando por Skype con Alex y Jamie, hice algunos deberes que nos habían mandado de biología para el lunes y vi un capítulo de Cómo Conocí a Vuestra Madre.

-Maggie, nos vamos –avisó mi madre desde abajo-. Vamos a dejar antes a tu hermana. Volveremos sobre las doce o la una. No abras a nadie, ¿eh? Sólo al repartidor de pizza y a Jamie.
-Vale, mamá, hasta luego, pasadlo bien, ciao –me despedí.

Jamie no tardó en llegar a mi casa, y pusimos unos cinco o seis DVDs en la mesa del salón para que eligieran los chicos la que quisieran. Hicimos palomitas, cogimos mantas y llamamos a la pizzería para que nos trajeran las pizzas a tiempo. Aprovechamos también para poner unos platos, vasos y servilletas en la mesa, con un cuchillo para cortar la pizza.
Jack y Alex tocaron el timbre justo a las siete. Les abrí. Alex venía con unas cajas de pizza.

-¡Hola! Nos hemos encontrado al pizzero y le hemos pagado esto –sonrió.
-Gracias –sonreí, cogiendo las pizzas y besándole los labios con suavidad.

Jack abrazó a Jamie tras revolverme el pelo y entraron todos al salón. Jack se sentó en una esquina con Jamie al lado, examinando uno a uno los DVDs.

-¿No hay ninguna peli de miedo? –nos preguntó.
-Mira en el mueble de allí –le señalé-. Pero más bien hay pocas. Voy a por las bebidas, ¿qué queréis?
-Coca-Cola –contestó Jack.
-Ya lo sabes –me dijo Jamie.
-Y yo te acompaño.

Alex puso su mano en mi cintura y me acompañó a la cocina. Cogí los refrescos del frigorífico con mi lata de Coca-Cola y le pregunté a Alex que qué quería. Él me besó el cuello.

-A ti, pero bueno… me conformo con una Coca-Cola –sonrió, cogiéndola.

Volvimos al salón, donde ya estaban Jamie y Jack dándose el lote. Carraspeé, y Alex fingió tener un ataque de tos.

-Eh… lo siento –se disculpó Jamie, sonrojándose un poco.
-Venga, ¿cuál ponemos?
-¡Piratas del Caribe! –exclamó Alex, cogiendo la película y poniéndola en el reproductor de DVD.
-Pues ya está, si es la que el niño quiere… -dijo Jack, como si fuese una madre.

Reí y me senté junto a Jamie en el sofá. Alex se sentó junto a mí. Abrimos las pizzas y las partimos y comenzamos a comer mientras permanecíamos atentos a la película. Acabé tumbada sobre Alex, que me acariciaba la cara.
Cuando terminó la película, decidimos jugar al Twister, algo que resultó ser una locura. Jack le metió mano a Jamie, recibiendo una bofetada que les hizo caer a ambos y perder, y Alex cayó encima de mí, aplastándome, por lo que decidimos jugar una vez más.

-Venga, pie derecho en azul, Jamie –dije.
-Me voy a matar, ya verás –dijo ella.
-Eh, Jack, mano derecha en amarillo –dijo Alex.
-Parezco un jodido cangrejo –se quejó.
-Menos quejarte y más aguantar –soltó Jamie.

Continuamos jugando, y a las once, Jack y Jamie se fueron (no me preguntéis adónde, porque no me lo quisieron decir, aunque sabía que Jamie me lo contaría al día siguiente). Alex y yo recogimos todo, y nos fuimos a mi habitación. Me tumbé en la cama y él, a mi lado, me retiró el pelo de la cara y me besó la mejilla.

-Me lo he pasado genial –me susurró-. Algún día de estos tenemos que concertar la tercera cita, ¿eh?
-Ya –le besé los labios-. Oye, Alex… ¿qué somos? Porque ni somos novios ni amigos… ¿un rollo?
-Sí, supongo –sonrió-. ¿Es que no te gusta?
-Sí, sí que me gusta –reí-, pero no sé, tenía la duda.
-Espero que esto te lo aclare.

Sus labios interceptaron los míos con fiereza, pero con suavidad. Nuestras lenguas se rozaban con alegría, y él me acariciaba los muslos, mientras que yo tenía mis manos enredadas en su pelo, disfrutando del momento.

-Ya estoy en casa, Magg –exclamó Brooklyn-. Mamá y papá llegarán en una hora o así.

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