sábado, 2 de julio de 2011

Capítulo 29.

Capítulo 29. (Maggie)
2004

La fiesta comenzó bien. A todos nos extrañó que Lisa estuviera allí (incluso a mí), pero no le di importancia, y fui a pasármelo bien. Estuve menos tiempo del que habría querido con Alex, pero lo entendía, porque allí había muchos amigos suyos y les querría dedicar tiempo a todos.
Estuve un rato con los chicos, bailando. Vi que Jamie y Rian estaban sentados en el sofá, hablando, y me olisqueé otra cita entre esos dos. Me lo estaba pasando genial bailando con Jack.
Fui al baño a retocarme el maquillaje, pero al abrir la puerta, me quedé alucinada.
En un rincón del baño, Lisa y Alex se besaban.

-Eh, hola –dije-. Quiero usar el baño, ¿o molesto?

Las lágrimas estaban a punto de salir de mis ojos. No podía ser cierto.

-Joder, Alex –comenzó a sollozar ella, para mi asombro-. Magg, ha estado a punto de violarme.

Miré a Alex, que no parecía enterarse de nada. Pues sí que había bebido…

-Maggie, yo sólo he venido aquí porque ella me ha dicho que iba a darme mi regalo… -susurró él, tratando de acercarse a mí.
-¡¡Mentiroso!!

No sabía qué hacer. Dicen que los borrachos nunca mienten y me lo creía, además, era imposible que hubiera sido él el culpable, más que nada porque ella era la que tenía arrinconado a Alex. Pero yo les había visto y…

-Mira, Lisa, te vas con Frank, que seguro que te acoge con los brazos abiertos, pero a Alex le dejas –dije, tratando de no llorar más.

Desaparecí de allí. No quería estar más rato junto a ellos. Atravesé la fiesta corriendo como pude (culpa de los tacones y del vestido ceñido) y salí al jardín. Me senté a llorar. Vale, Alex y yo no éramos nada serio pero… joder, creí que me quería. Vale, le creía y sabía que había sido culpa de Lisa, pero la escena que había visto seguía en mi mente, como si fuera una cinta rayada.
Noté cómo alguien me abrazaba, y al instante supe que era Jamie. Apoyé mi cabeza en su hombro. ¿Qué haría sin ella?

-¿Me cuentas qué ha pasado? –me preguntó.
-Alex, y Lisa y… -contesté entre sollozos- Alex estaba… Alex estaba besando a Lisa, o Lisa a Alex o yo que sé… -volví a cubrirme mi cara con las manos.
-¡Te lo dije! ¡Te dije que no me caía bien! –exclamó ella, algo enfadada.
-Vale, sé que me lo dijiste, no me hundas más, joder… -me quejé.
-Lo siento. Podías coger a alguno de la fiesta y liarte con él, total…
-Él no sería Alex –contesté tajante.
-Ya… Pero Alex se ha besado con Lisa.
-O Lisa le ha besado a él –remarqué.

Comencé a arrancar hierba del jardín, hipando. Me parecía surrealista todo…

-¡Estás horrible! –exclamó Jamie al mirarme a la cara.
-Como si tú estuvieses perfecta -sonreí levemente-. ¿Crees que puedes arreglar este estropicio?
-Claro –me contestó, segura.

Con cuidado, limpió mis mejillas con un kleenex de los restos de rímel que me quedaban, y me pintó un poco la raya superior.

-¿Entramos? –me preguntó.
-Yo solo… Quiero quedarme sola un rato, ¿vale?

Ella asintió y entró a la fiesta. “Venga, Maggie, no vas a llorar más. Sólo… quédate pensando en blanco. Mira, ahí hay una flor”. Pero nada. No funcionaba. Todo me recordaba a Alex, y recordé que no le habíamos dado su regalo. Bah, ya se lo daría Jamie, si total…

 No sabía lo que hacer. En un principio, pensé en no hablarle, pero esa no era la solución. Teníamos que hablar, aunque esperaría al día siguiente, que no estaría borracho.

Esperé un poco a que no tuviera los ojos tan rojos y volví a la fiesta con una sonrisa en la cara. Jamie me sonrió con aprobación y se acercó a mí. Sonaba “Are You Gonna Be My Girl?” del grupo Jet. Jamie y yo nos miramos, y comenzamos a bailar con entusiasmo y felicidad. Jack y Rian se unieron a nosotros, y Zack y Zoe (que habían vuelto a la fiesta) también lo hicieron. Éramos el punto de mira, pero, ¿qué importaba? Estaba con mis amigos, pasándomelo bien, bailando y, sobre todo, siendo feliz.

La verdad era que no quería volver a casa. Me lo estaba pasando demasiado bien ahora como para volver a casa con los gritos de mi madre diciéndome que por qué llegaba tan tarde.

Sin embargo, no todo es eterno, y a las tres, Rian se ofreció a llevarnos a nosotras, a Jack y a Alex a casa. Preferible a llamar a nuestros padres…
Jamie se sentó en el asiento del copiloto, junto a Rian, e iban hablando de temas intrascendentes y para nada importantes. A mí me tocó sentarme detrás con los dos borrachos. Jack intentaba meterme mano, y yo le paraba, y Alex se quedó dormido a los dos minutos de trayecto, así que no supuso ningún problema.

-Eh, Rian, me sabe mal dejarte con estos dos –le dije, saliendo del coche.
-No pasa nada, está todo controlado –sonrió con su magnífica sonrisa.
-Jamie, mañana a las once en clase –le dije.
-Sí, no te preocupes, no estaré allí más temprano –ella sonrió.
-Venga, ten cuidado Rian. ¡Hasta mañana!

Me despedí con la mano y observé cómo el coche llegaba al final de la calle para dejar a Jamie, y luego se perdía al girar la esquina.
Entré en casa con cuidado de no hacer ruido. No había nadie, menos mal. Me quité los tacones y los llevé en la mano hasta la planta de arriba, donde, al entrar en la habitación, me puse el pijama y me desmaquillé. Me acerqué al baño para lavarme los dientes y volví a mi cuarto, para acostarme.

Sin embargo, no concilié el sueño hasta bien entrada la madrugada. No sabía qué le iba a decir a Alex.

Puse la alarma a las diez y caí en la cuenta de que apenas me quedaban cuatro horas de sueño. Bueno, algo es algo, ¿no?

No hay comentarios:

Publicar un comentario